martes, 28 de mayo de 2013

¿Qué trama Bob Benson?




Aviso a navegantes: Si no sabes quién se va de camping y quién tiene miedo a su perro a causa de El Planeta de los Simios, es mejor que no leas esto antes de ver el 6x09 de Mad Men. ¡Pero vuelve luego!

Mad Men, como tantos otros dramas (pienso, por ejemplo, en esa maravilla que HBO nos regala todos los otoños desde hace unos años llamada Boardwalk Empire), es de esas series cuyas temporadas van necesariamente de menos a más. Porque necesita preparar sus tramas antes de dar la estocada final en los últimos episodios. Por eso es preciso muchas veces perdonar la lentitud al comienzo de cada tirada.

Podríamos decir que la escena final del sexto episodio de esta temporada fue el punto de inflexión. La fusión de SCDP con su "rival directa", CGC, es uno de esos game changers que uno se espera más a final de temporada que en su ecuador. Pero le vino como anillo al dedo a la serie, que no había empezado con el mejor pie esta sexta tanda de capítulos. El caos desencadenado alrededor del nacimiento de la nueva empresa ha permitido renovar y dar aire fresco a un entorno que se había vuelto demasiado rígido.

Porque desde las "vacaciones de trabajo" del matrimonio Draper en Hawaii hasta entonces las quejas contra la serie eran más que razonables. Algo fallaba. A Mad Men ya no le sirven los planos largos y las miradas intensas y Don Draper ha perdido, por repetitivo, bastante del crédito que se había ido ganando a lo largo de las primeras temporadas. Esto es así.

Pero Don no era la única rueda que chirriaba a principio de esta temporada. Si exceptuamos a Peggy, que continuaba con paso firme su progresión a ser el antagonista por excelencia de la serie, el resto de personajes se encontraban bastante esclerotizados en los cinco o seis primeros capítulos. Ni los líos familiares de <inserte aquí el personaje de su elección>, incluyendo la enésima aventura de Don, ni la dinámica interna de la oficina funcionaban correctamente.

Afortunadamente, insisto, llegó ese puto de inflexión y ahora volvemos a encontrarnos con la Mad Men que nos enamoró. Es cierto, sí, que la evolución natural de la serie la ha llevado más al ámbito del culebrón de lo que a mí me gustaría. Es cierto, sí, que yo – y supongo que muchos otros – echo de menos que vuelva a cobrar un poco de protagonismo la parte propiamente publicitaria (aunque también es verdad que la fusión ha recuperado esta dimensión) del asunto. Pero por fin (¡por fin!) vemos que las cosas evolucionan.



Evolucionan tan rápido como la dieta de Betty Francis-Draper, que en dos o tres capítulos ha pasado de la obesidad a la estilizada figura natural de January Jones. Y, de paso, ha recuperado la confianza en sí misma que había perdido en estas dos últimas temporadas y eso le ha servido para reconquistar a su exmarido en un golpe de timón magnífico en este último episodio. No sólo lo ha reconquistado, sino que se ha permitido jugar con él utilizando todas sus armas. Lo ha hecho bailar en la palma de su mano y al compás de su música. Como en sus mejores tiempos, vamos.

Ya que hablamos de Betty, aprovechamos y hablamos de Megan, que yo veo – por ahora – como uno de los puntos más flojos de la serie. Sigue avanzando en su carrera de actriz, pero la verdad, no aporta nada. Extremadamente ingenua (por mucho que de vez en cuando parezca tener un atisbo de luz), es la víctima perfecta para Don y sus desvaríos – y cada vez más desvaríos, porque la escena de dominación del hotel con la vecina no tiene calificativos  –.



Dentro de la oficina, tenemos a un Pete Campbell – ese hombre odioso, pero que nos ha dejado el momento cómico de la temporada, como podéis ver – cada vez más desquiciado, a un Harry Crane extrañamente manipulador y una nueva dinámica a tres en la oficina entre Don, Ted Chaough y Peggy que promete mucho. Sin olvidarnos de Ken, aunque esta segunda mitad de temporada lo veremos menos, Joan, que sigue siendo la femme fatale con formas de institutriz de siempre, las esporádicas apariciones de Cooper, que siempre aportan algo, y la plantilla de secretarias, especialmente Dawn. Menos mérito tiene Roger Sterling, que sigue sin evolucionar. Aunque eso es también parte de su encanto. A ellos tenemos que sumar a los recién llegados de CGC, a los que no se han visto mucho por ahora.

Pero sobre todo, entre toda esta maraña de personajes ha aparecido uno nuevo que ya sorprendió en el primer episodio. Un tío que no tiene despacho, que se pasa el dia pendiente de Pete, que aparece siempre o casi siempre en segundo plano... Un chico sonriente, de buena planta que ha llegado a SCDP con un plan. Porque Bob Benson tiene un plan. Detrás de su disponibilidad, de su sonrisa... detrás de haberse convertido en el interés amoroso de Joan... Detrás de todo eso hay un plan.

Y esa es la verdadera pregunta que a mí me lleva loco esta temporada. Un tío que aparece de la nada en la nueva SCDP al comienzo de esta temporada y al que lo vemos siempre de refilón, siempre sonriendo, siempre presente en el momento oportuno para... para estar ahí y hacerse ver. Alguien así no puede tramar nada bueno.

Por eso, la verdadera pregunta que espero que se responda esta temporada no es cómo seguirá la debacle del matrimonio Don y Megan o cómo irá el divorcio de Pete y Trudy. No es si lo de Betty y Don ha sido cosa de una vez o si Henry Francis se convertirá en alcalde de Nueva York (una trama que podía dar para más pero que no le parece interesar a Weiner). Tampoco lo es si Crane da por fin la espantada o cómo se asienta el nuevo status quo en SCDPCGC (que ya le podían poner un nombre de una vez).

No, la verdadera incógnita para los cuatro capítulos sigue siendo la misma que nos surgía a muchos a principio de temporada. Es decir: ¿Quién es y qué trama Bob Benson? Y no, no soy el único que lo pregunta.

0 chapuzones :

Publicar un comentario