jueves, 26 de diciembre de 2013

The Time of the Doctor: Despidiendo a Matt Smith


Aviso a navegantes: Esta entrada va del especial navideño de Doctor Who. Así que si aún no lo has visto, ya sabes... "Shhhhh! Spoilers!" Porque aunque medio estemos de vacaciones en el blog, tenemos que hablar de esto. Lo sabéis.

Como cada Día de Navidad desde la vuelta de la serie en 2005, ayer los británicos se reunieron a última hora de la tarde frente a sus televisores para asistir al especial festivo de Doctor Who, esa serie de la que casi nunca hablamos aquí en Bajo el Mar TV porque no nos gusta nada. Este año llegaba, además, con un añadido singular: tocaba despedir a Matt Smith y recibir a Peter Capaldi en el papel protagonista de la serie.

A pesar de que la campaña de promoción fue menos intensa que para el especial del 50º aniversario, las imágenes promocionales ya dejaban caer que no iba a estar carente de emociones: Daleks, Cybermen, Sontaran, el Silencio, Weeping Angels... y más viejos conocidos de la serie se paseaban por los avances y carteles del especial. Pero, sobre todo, un nombre: Trenzalore, el lugar donde el Doctor debe morir, según la propia mitología de la era Moffat. Vamos, que lo que viene siendo todo el mundo se iba a dar cita.
Mira que me sale aquí un rabicho de la frente. ¿Seré un unicornio?
El capítulo venía con otro "extra" debajo del brazo. Allá por 1976, los guionistas habían introducido el famoso límite de las doce regeneraciones y, por tanto, trece encarnaciones de un Timelord. Aunque las cuentas nos dijeran que, contando Hurt, Matt Smith era el Duodécimo, Moffat ya nos había adelantado que él interpretaba lo que dentro del fandom se llama la "metacrisis" [1] como una regeneración más aún cuando el Doctor no cambie de cara. Que vamos, aunque en un principio suene a la moffatada de la semana, tiene todo el sentido del mundo. Por si acaso la gente se había perdido el anuncio del showrunner, ya él mismo se encargó de introducir una línea en el guión para explicarlo.

«The Time of The Doctor» no pasará a la historia como una de las grandes aventuras de Doctor Who. Más que nada, porque la parte de aventura es totalmente algo secundario, por no decir casi inexistente, en la hora de metraje del especial. Y lo que hay (el sitio de Trenzalore, el Doctor contra todos...) es perfectamente previsible, mera excusa. Aún así, es el mejor especial de navidad de la era Moffat desde mi punto de vista.

Mera excusa, digo, porque la intención de Moffat está clara desde el principio: el capítulo es desde la toma inicial, que recuerda un poco al inicio de «The Eleventh Hour» un homenaje a los tres años en los que Matt Smith ha estado al frente de la TARDIS al que, además, se le suma (con una explicación sencilla y previsible, pero al mismo tiempo efectiva) la ruptura del límite de regeneraciones, aunque desde el especial del 50 aniversario se podía entender que sería algo como lo que ha sido, una recompensa de los Timelords.

El hombre que le gritaba a las naves espaciales
Siendo, como es, un homenaje más que una aventura «The Time of The Doctor» es más que nunca Matt Smith. Todo el capítulo se basa en él y en los tics de su Doctor, desde una referencia cómica – aunque algo innecesaria – al hecho de que tuvo que rodar el capítulo con peluca hasta su afición por gritarle y ponerse chulito delante de las naves espaciales enemigas, algo que le hemos visto hacer muchas veces a lo largo de sus tres temporadas. Porque si de alguna forma tenía que irse el Undécimo Doctor, era gritándole a una nave espacial. Eso lo sabe hasta mi abuela que le dices «Doctor Who» y te responde «¿Doctor quién?»[2]

Y, como homenaje que es al Undécimo Doctor, «The Time of The Doctor» es el contenedor de todo lo que ha hecho Moffat en las tres temporadas en las que ha estado al frente de la serie, casi como un homenaje y una despedida anticipada a sí mismo (muchos pensamos que la octava será su última temporada): las grietas de la quinta temporada, la caricatura – «Ricardo contrólate y no digas nada» – de la Iglesia que sirve, además, para explicar el Silencio, la Orden del Silencio y demás acontecimientos de la sexta temporada, los falsos Daleks que no se acuerdan que se han muerto de «Asylum of the Daleks»...

Raggedy Man, good night.
Eso sin contar las innumerables referencias a los iconos de esta era más reciente. Hacen acto de presencia mantras como el «Doesn't do wood» del destornillador sónico, el «<Inserte aquí lo que sea> is cool», aunque aquí se le da la vuelta para jugar con la paradoja («Cool is not cool») o la omnipresente «Silence will fall». Y, por supuesto, la pajarita – que protagoniza uno de los momentos más emocionantes del especial –, los palitos de pescado con natillas, los distintos trajes que ha tenido a lo largo de estos años y la aparición estelar – curioso que no se hubiera filtrado – de Karen Gillian encarnando una vez más a Amy Pond para despedir a su Raggedy Man.

Mención aparte el hecho del envejecimiento de The Doctor. Se había comentado mucho eso de que el personaje no envejecía, aún cuando en la época de Matt Smith era posiblemente cuando más había vivido[3]. Por fin Moffat se decidió a hacerlo y nos presentó al actor más joven representando al Doctor más anciano, también en apariencia física.

En conjunto los minutos finales de este especial conforman el mejor proceso de regeneración de la era moderna de Doctor Who, y posiblemente de todos. Con el tono de cuento y medio nostálgico que tienen habitualmente los especiales navideños de Moffat, que ayuda a que la despedida tenga tintes más trágicos, algo que obedece perfectamente a la relevancia que a adquirido el personaje en la era Smith, pese a que muchos no lo tengamos como nuestros Doctor favorito.

También hay que decir, sin embargo, que el especial tiene sus fallos, sus agujeros de guión, sus cosas incomprensibles y a veces hasta contradictorias. La más grave de todas es, probablemente, el hecho de que se rompe (una vez más) la línea temporal y se crea una paradoja entre este capítulo y «The Name of The Doctor», ya que ahora ya no existe la TARDIS-tumba en Trenzalore. Si no los tuviera no sería Moffat, la verdad, todo hay que decirlo. Y eso está levantando ampollas también entre algunos seguidores.

Oye, moza, ¿tú sabes pilotar esto?
Pero a final de cuentas, el capítulo a mí me ha resultado entretenido, me ha mantenido en tensión – a pesar, insisto, de que era absolutamente previsible – y me ha resultado bonito. Que es, en el fondo, lo que le pido a un capítulo de una serie y más a un especial navideño. Si a esto le añadimos que la despedida de Smith está muy bien realizada... pues por mi parte va con nota bastante alta.

Y ahora ha llegado ya oficialmente a nuestras pantallas Peter Capaldi el Duodécimo Doctor, el primero de una nueva tanda de trece Doctores. Por ahora no hemos visto nada realmente suyo, más que unos primeros segundos de la habitual crisis post-regenerativa. Tocará esperar a Agosto, según se dice, para ver realmente cómo será esta nueva época. ¿Qué esperáis vosotros del futuro?


[1] Para que nos entendamos, "metacrisis" se refiere a todo el incidente de «Journey's End», al final de la cuarta temporada, con The Doctor, el Doctor humano y DoctorDonna. Si os acordáis, el Décimo Doctor, a punto de regenerarse, vierte toda la energía de regeneración sobre la mano cortada, consiguiendo así mantener su aspecto. Así, de paso, se le hace un homenaje y justicia a los Daleks, que esta semana cumplían también 50 años de su primera aparición, haciéndoles responsables, por primera vez de la regeneración de uno de los Doctores, la de 10 en 10.5.

[2] Permito que después de este chiste se me lapide en la plaza pública.

[3] De hecho, según las cuentas que más o menos se hicieron oficiales en «The Day of The Doctor» hasta Tennant inclusive el Doctor había vivido unos 900 años. Sin contar el tiempo que haya pasado en el "último envejecimiento" de «The Time of The Doctor», Matt Smith acumularía él solito 700 años.

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